Sara Carbonero y su "Cállate la boca"

Vaya la que están montando con Sara Carbonero, compañera de profesión y la persona que más ha estado en el candelero en los últimos meses, concretamente desde que se hizo pública su relación con el meta Iker Casillas. He de aclarar que apenas coincidí con Sara en mi amplia etapa en el diario Marca, de ahí que estas líneas no se muevan desde la amistad, sino tan sólo desde la incredulidad que tiene uno al ver como se le hace culpable a una profesional del periodismo prácticamente de todo; vamos que por este motivo la subdirectora de deportes de Tele 5 será también la máxima responsable de la subida del IVA y la crisis que lleva el país gracias a un tal Zapatero.
Uno, que la verdad se sorprende ya lamentablemente de pocas cosas, no entiende como se pueden mezclar churras con meninas y como hay quien se atreve a mezclar los trabajos con la vida privada de cada uno. Sara Carbonero es una magnífica periodista con un rostro espectacular que ha sabido jugar sus bazas para convertirse en un referente. En su etapa en Radio Marca lo bordó gracias a su buen hacer, lo que le valió e salto a la Sexta con otro breve intervalo radiofónico. Nada más aparecer en pantalla, su belleza cautivó a los telespectadores que como en la mayoría de los casos se fijó más en su cara bonita que en su buen hacer ante las cámaras. Son las cosas que tiene este bendito país en el que vivimos.
Pero claro, en ese momento su vida privada no era noticia. Unida sentimentalmente a David Sánchez, un pedazo de periodista que lo mismo triunfa en la radio, que marca estilo en las tertulias de la tele, con su desparpajo y discrección. Todo cambió cuando los rumores, se convirtiero en noticia: Sara Carbonero e Iker Casillas juntos ¡la pareja del año!
Desde ese instante, muchos dejaron de ver a una buena periodista para fijarse tan sólo en la novia de Casillas. Gran error. El transcurso del Mundial de Sudáfrica ha sido ya el colmo con historias inventadas y una persecución más propia de una 'celebrity' que de una periodista que simplemente quiere que le dejen trabajar en paz y llevar su vida privada de la forma más discreta posible. Sí, pensarán, pero es la novia de Casillas no una chica normal. Y yo les pregunto ¿y eso significa que le falten el respeto, que la conviertan a ella en noticia cuando es precisamente ella quien debe dar la noticia?
Lo de culparla ya de la derrota de España ante Suiza fue la leche. Pero ¿qué cojones tiene que ver ella en todo esto?¿Qué culpa tiene el buenazo de Iker de haberse enamorado de una periodista?
Y por último las críticas del presidente de la Asociación de la Prensa de Masrid, Fernando González Urbaneja. ¿Noes estamos volviendo locos? ¿Pero no es el prsidente de los periodistas madrileños el primero que debe poner cordura en este asunto y pedir respeto hacia un periodista, en este caso Sara Carbonero?
En definitiva, que ya está bien, que dejen a Sara en paz, feliz e su vida privada y triunfando en su vida profesional ¿o tan difícil es meternos en nuestras vidas y dejar que cada uno viva la suya?
Por cierto, escribo estas líneas minutos antes de que España se enfrente a Alemania en la semifinal del Mundial 2010 de Sudáfrica. Ojalá le salgan bien las cosas a Iker Casillas porque si es así no será noticia, de lo contrario tendremos que escuchar aquello de que "la culpa es de Sara Carbonero". Basta ya de gilipolleces por favor.

PD: Una muestra de la falta de profesionalidad que se vive últimamente son los comentarios surgidos tras la derrota de España ante Suiza en el debut mundialista. En el siguiente partido, Sara apareció con un cuaderno que ponía en su portada "Cállate la boca". Todo el mundo apuntó que lo había preparado Sara para responder a la prensa sensacionalista inglesa. Pues error, el cuaderno se lo había regalado su compañero en Tele 5, Luis Arconada Junior, hijo del mítico Luis Arconada y compañero de Sara en Sudáfrica que se lo llevaba desde su Donosti natal por petición de un amigo easonense. Esto sólo es una muestra para que vean como muchas veces de una mentira hacen una noticia.